jueves, 8 de enero de 2009

Schlesser, El abuelo del desierto

ES, CON 60 AÑOS, EL MÁS VETERANO DE LOS PARTICIPANTES
Si el África Race está siendo un monólogo de José María Pellicer en las motos, entre los coches el dominador indiscutible es Jean Louis Schlesser (Nancy, 1948), uno de esos millonarios excéntricos a los que el mundo de los raids, tiene mucho que agradecer. A este francés de 60 años la pasión por el motor y las carreras le viene de familia, concretamente de su tío Jo Schlesser, quien falleció en un Honda F1.Jean Louis se crío en Marruecos, pero regresó a Francia para hacer el servicio militar. Después, quien le llamó a filas fue su pasión por las carreras y pronto empezó a dejarse ver por las pistas de la F3 francesa. El afán de triunfo de Schlesser se alió con el piloto galo y pronto comenzaron a llegar las victorias. Se adjudicó el título nacional de F3 junto a un por aquel entonces anónimo Alain Prost. “Es el mejor piloto que he conocido nunca”, afirmaba Jean Louis.Las 24 horas de Le Mans (donde llegó a ser segundo), la F2, el Mundial de turismos y la F1. Los coches y los circuitos no tenían secretos para Schlesser. Finalmente, en 1989 el continente africano le enamoró. “En África todo es diferente. Hay que vivirlo para saber qué se siente cuando estás sólo en el desierto. Ahí el valor de las cosas cambia por completo. En el continente negro hasta el silencio es diferente”, dice Schlesser, sudoroso tras más de 600 kilómetros de etapa.
Piloto, inventor y actorPero este francés no es un piloto tradicional como otro cualquiera. Él mismo se considera polivalente. “Soy piloto, inventor y actor”, dice para definirse. De hecho, el propio Schlesser es quien diseñó su buggy de tracción trasera que le ha dado varios triunfos en el Dakar y que ahora hace las delicias de espectadores y participantes en el Africa Race.
El español Monterde tras su victoria con el Schlesser
Es, sin duda, el piloto más longevo de los que disputan este nuevo desafío por el continente africano, pero su “alma de competidor y amor por los desafíos” hacen que no se amedrente a la hora de enfrentarse a los desafíos del desierto. “Cada vez que arranco mi buggy y enfilo las dunas del desierto es una aventura diferente, apasionante”, comenta entusiasmado.Sus inicios fueron difíciles, como casi todos. Trabajó en una fábrica de Renault para poder costearse se peculiar hobby. Sin embargo, ahora la suerte le sonríe y vive gran parte del año en su yate atracado en el puerto de Montecarlo. “Soy afortunado. Vivo una vida perfecta”, dice sin complejos. Sin embargo, en el desierto es uno más, aquí no cuenta el dinero.

Video Schlesser en el Africa Race

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